Avenida colapsada. Tráfico interminable. Un puente peatonal olvidado.
Todos pasan. Nadie se detiene.
Y sin embargo, sobre ese puente —donde nadie mira—
hay señales de advertencia que nadie obedece.
Hay historias que cruzan sin ser contadas.
Y, tal vez, hay un Cristo que también espera ahí,
no en la autopista rápida…
sino en el puente que une los mundos partidos de esta ciudad
Porque entre los autos y el ruido,
Cristo no va en el coche más rápido,
sino caminando al lado del más cansado.
No está en la prisa… sino en el cruce.
No huye del caos… lo habita.
“Yo soy el puente entre el cielo y la ciudad. Pero no todos lo notan.”
“Yo soy el camino, la verdad y la vida.”
(Juan 14,6)
Fuente: Catholic.Net